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Marcelo Juárez Moreno: el mejor jardinero central de la historia del beisbol mexicano

Llegó a los Saraperos de Saltillo y se consagró como el Dragón del Norte.

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Allende, Coahuila.- Marcelo Juárez Moreno nació el 26 de Octubre de 1946 en Río Bravo, una congregación perteneciente al municipio de Allende, Coahuila. Desde niño mostró pasión por el beisbol y su talento para jugar en el jardín central.

Su padre, Don Jesús Juárez, fue un destacado pelotero amateur que lo inició en el deporte rey. Juárez comenzó su carrera profesional en 1964, cuando fue firmado por los Gigantes de San Francisco para jugar en sus sucursales de las Ligas Menores.

Sin embargo, no logró llegar a las Grandes Ligas y regresó a México en 1967, donde debutó con los Rojos del Águila de Veracruz en la Liga Mexicana de Beisbol.

En 1970, fue castigado por los Diablos Rojos del México por no reportarse a tiempo y se fue a jugar con los Mineros de Sabinas en la Liga del Norte. Ese mismo año, fue invitado por los directivos de los Saraperos de Saltillo a formar parte de su equipo, pero decidió terminar la temporada con Sabinas antes de aceptar la oferta.

Así comenzó su historia de amor con los Saraperos, el equipo con el que jugó 11 temporadas y se convirtió en una leyenda. Con el número 44 en su espalda, Juárez deslumbró a la afición saltillense con sus espectaculares atrapadas, su velocidad en las bases y su bateo oportuno.

Fue parte del Dragón del Norte, el equipo que llegó a instancias finales en varias ocasiones y que se posicionó como uno de los mejores de la Zona Norte.

Juárez fue reconocido como el mejor jardinero central de todos los tiempos en la LMB, con un promedio de fildeo de .984. Además conectó 1,897 hits, anotó 934 carreras, impulsó 644 carreras, bateó 48 jonrones y robó 225 bases en 17 campañas.

Fue campeón de robos de base en 1968, ganador del Guante de Plata en 1974 y participante en cuatro Juegos de Estrellas.

En 1998, fue elegido como miembro del Salón de la Fama de Beisbol Mexicano, como reconocimiento a su brillante carrera. En 2020, fue distinguido por los aficionados como el mejor patrullero central de la novena histórica del beisbol mexicano, superando a leyendas como Ramón “Diablo” Montoya, Matías Carrillo y Daniel Fernández.

Juárez también jugó con otros equipos de la LMB, como los Tecolotes de Nuevo Laredo, los Petroleros de Poza Rica, los Cafeteros de Córdoba, los Sultanes de Monterrey y los Bravos de León.

Asimismo, compartió el terreno con grandes beisbolistas también originarios de Río Bravo, como Andrés Mora, otro jardinero y bateador que jugó en las Grandes Ligas, en las casacas de los Orioles de Baltimore y los Indios de Cleveland.

Juárez se retiró del beisbol activo en 1984 y se dedicó a su familia. Sin embargo, nunca dejó de estar vinculado al deporte que amaba y que le dio tantas satisfacciones.

Fue homenajeado por los Saraperos en varias ocasiones y su emblemático número 44 fue retirado del equipo y colocado en la barda interior del estadio Francisco I. Madero.

Le decían el Willie Mays mexicano porque tenía un estilo de juego muy similar al del famoso pelotero estadounidense, considerado uno de los mejores de todos los tiempos.

Ambos eran jardineros centrales con una gran capacidad para atrapar la pelota, incluso en las situaciones más difíciles que se le presentaran También eran bateadores de poder y velocidad, capaces de conectar jonrones y robar bases con facilidad. Además, tenían ambos un carisma y una personalidad que los hacían queridos por los aficionados.

Recibió un homenaje en San Francisco por el equipo de los Gigantes, el mismo que lo firmó en 1964 para jugar en sus sucursales de las Ligas Menores. En 2019, Marcelo Juárez fue invitado a la celebración del 60 aniversario de la llegada de los Gigantes a San Francisco, donde se reunió con otras leyendas del equipo y recibió un reconocimiento por su trayectoria. Marcelo Juárez les expresó su emoción y su gratitud por este gesto, que lo hizo sentir parte de la familia Gigantes.

Le decían el Mejor Defensivo Central de todos los tiempos porque tenía un porcentaje de fildeo de .984, el más alto de la historia de la Liga Mexicana de Beisbol.

Su partida causó una gran conmoción en el mundo del beisbol mexicano y especialmente en Coahuila, donde era considerado un ídolo y un ejemplo a seguir. Su legado quedará por siempre en la memoria y el corazón de quienes lo admiraron y lo quisieron.

Su vacío es difícil de llenar, pues fue un pelotero excepcional, que marcó una época en la Liga Mexicana de Beisbol y que dejó huella en los equipos que defendió. Fue un líder dentro y fuera del terreno, que inspiró a generaciones de beisbolistas con su entrega, su pasión y su talento.

Fu un hombre sencillo y humilde, que nunca olvidó sus raíces y que siempre apoyó al beisbol amateur de su natal Río Bravo.

Don Marcelo Juárez Moreno fue más que un beisbolista, fue una leyenda. Descanse en paz.

 

 

 

 

AFPR

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