
Este miércoles se festejará un aniversario más de la cinta que cambió a Hollywood.
Por: Grupo ZócaloÂ
Ciudad de México.-âHace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana (a long time ago, in a galaxy far, far away)â. Con esta frase daba comienzo hace 45 aí±os La Guerra de las Galaxias, uno de los fenómenos más importantes de la cultura popular en las últimas décadas. Su estreno supuso el adiós definitivo al Hollywood clásico, mortalmente herido por los brutales mordiscos propinados a las taquillas dos aí±os antes por Tiburón de Steven Spielberg y que la lucha contra el imperio galáctico de un grupo de rebeldes no hizo más que rematar.
Una de las premisas del Hollywood anterior a Star Wars fue dar por hecho que la taquilla era cosa de adultos. Aunque existía una importante producción de filmes para jóvenes y nií±os, los grandes estudios no tomaban en serio esta audiencia.
El éxito de cintas como El Padrino de Coppola, marcaban la tendencia. Películas con tramas complejas y contenido no apto para todas las edades, dirigidas por realizadores consagrados en los que brillaba el rutilante star system de la época.
Con el estreno de Star Wars, su director George Lucas demostró que una producción de argumento sencillo y temática juvenil, realizada por un cineasta casi desconocido y sin grandes actores en sus títulos de crédito podía ser una mina de oro.
A partir de ese momento los grandes blockbusters tendrían argumentos más simples y estarían levantados sobre efectos especiales que hicieron posible construir de manera realista imágenes hasta ese momento exclusivas de la imaginación. Por otra parte, cambió el calendario de estrenos, reservando para el ocio del verano los grandes éxitos de taquilla.
Además, hizo multimillonario a su director, que renunció a parte de su sueldo a cambio de los derechos sobre todo el merchandising generado. Una práctica que se ha convertido en una de las partes más lucrativas del negocio fílmico.

¿Pero cuál fue el secreto del éxito de Star Wars? Con un argumento muy sencillo, que es solo una pequeí±a variación de una historia repetida desde tiempo inmemorial y enmarcada en un universo deudor de la estética del Flash Gordon de Alex Raymond, se hace difícil intuir la fórmula que hizo que el fenómeno Star Wars siga vivo casi medio siglo después.
Tampoco destaca la originalidad del trío protagonista. El primero, Luke Skywalker, es un personaje hundido en el tedio de una vida vulgar y anodina, a quien el destino reserva un papel fundamental en el devenir del universo. Por su parte el cínico y ventajista Han Solo, es un mercenario que pone precio a sus servicios. El triángulo lo cierra una mujer, la princesa Leia, una heroína feminista.
Como manda la tradición, la relación de los protagonistas también tiene connotación romántica.Â
Con estos elementos, Lucas construyó un universo propio y original. Con naves espaciales, que a diferencia de las que había mostrado antes la ciencia ficción fallaban y estaban llenas de grasa. Exactamente igual que el coche que esperaba al espectador a la puerta del cine.
La mitología particular de Lucas tenía su mejor complemento en los personajes secundarios, ejemplares de todo tipo de razas galácticas, que daban forma y color al mundo ideado por su creador. Además Star Wars incorporaba un toque tecnológico, muy del gusto de los amantes de los avances técnicos que empezaban a desarrollarse, con la presencia de androides y robots. Máquinas que a diferencia del existencialismo y complejidad del Hal 9000 de 2001: una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, interactuaban gustosos con los protagonistas sin hacer preguntas incómodas.

En la presentación de la película en 1977 se avisaba al espectador de que Star Wars era solo el cuarto episodio de una saga. Una ingeniosa manera de justificar las entregas posteriores de la serie. En ellas se daría respuesta a las preguntas que concitaba el estreno. Es decir, y que nos perdone si alguien todavía no conoce el argumento, el origen del imperio totalitario que gobernaba el universo y el destino de sus habitantes tras la caída del emperador.
En total se han estrenado nueve partes de la saga (la última en 2019) que, como era de esperar, provocaron reacciones de todo tipo. Por una parte los puristas, que piensan que solo la trilogía original merece ser tomada en serio y consideran un anatema las películas posteriores. Otros en cambio consideran que la saga ha evolucionado de acuerdo al mercado y que cada época tiene reflejo en su episodio correspondiente.
Lo cierto es que Star Wars ha llevado a los cines a varias generaciones de espectadores. Los estrenos de las nuevas entregas son todo un acontecimiento que atrae a un público fiel, que acude disfrazado de sus personajes favoritos y rodeado de la parafernalia que forma la particular mitología de la película.
Libros, historietas y series de televisión han revitalizado el universo de Star Wars, en una tendencia que parece no tener límites. Además, ha marcado buena parte de las películas de ciencia ficción moderna, transformando la oscuridad distópica habitual anterior a Star Wars, en una luminosidad que anticipa un final feliz para los héroes de los filmes.
Al tiempo el fenómeno ha trascendido las pantallas y la literatura y se ha incorporado como una parte de la cultura popular. Así en una época de inmediatez y de hiperconectividad de las redes sociales, muy pocos son ajenos a algunas de las frases y situaciones que se repiten en el filme. Premisa fundamental que sirve para entender y valorar comentarios de todo tipo, incluso políticos, y los chistes y montajes gráficos, que en forma de memes nos llegan de manera insistente a nuestros teléfonos inteligentes.
En resumen, 45 aí±os viajando por galaxias muy, muy lejanas, acompaí±ando a héroes con los que nos identificamos y que nos prometen un final feliz y catártico, lejos de la dura y tediosa realidad que se cuela en nuestros informativos diarios. Que la fuerza nos acompaí±e a todos.Â
