
El vendedor era muy querido por ser siempre amable y atento con sus clientes
Por: Orquidea López AllecPiedras Negras, Coah.- Una fotografía donde se le ve con su enorme sonrisa y con un mensaje que refleja el gran legado que dejó don Luciano, su hija Becky se despidió de él: âTu amor a Dios, tu ejemplo de vida y tus oraciones vivirán por siempre en mi corazón papá y seguirán haciendo eco en las generaciones que vienenâ.
Don Luciano falleció. Y la esquina de las calles Abasolo y Galeana del centro de la ciudad, ya no será la misma, pues si bien extraí±aba su presencia, esperaba que un día volviera a iluminarse por su bella sonrisa.
Y es que don Luciano, quien estaba a punto de cumplir sus 95 aí±os de edad, por varios aí±os contagió con su espíritu lleno de fortaleza, con su sonrisa que iluminaba a los automovilistas que iniciaban su día laboral o escolar, o quienes regresaban a casa después de una larga jornada.
Ni los fuertes rayos del sol, ni la apatía de algunos automovilistas podían borrar su sonrisa.
Cuando tenía 86 aí±os de edad fue entrevistado por Periódico Zócalo, al ser don Luciano Martínez un verdadero ejemplo de trabajo, perseverancia y responsabilidad.
En ocasiones parecía muy cansado, pero su espíritu no cedía y lo hacía hasta correr entre los autos cuando el semáforo se ponía en rojo, al aprovechar tan solo unos segundos para poder vender sus conitos.
En aquel momento, Xhunaxhi Julieta, una nií±a de 10 aí±os de edad, pidió a don Luciano poder ayudarle a vender los conitos de cajeta que eran elaborados en casa por las manos de su adorada esposa.
Don Luciano accedió con una sonrisa y al gesto de solidaridad que emprendió la pequeí±a, le agradecía con un conito para que ella se lo comiera.
Luciano Martínez, nació en Morelos, Coahuila un 6 de julio de 1925 y desde muy pequeí±o empezó a trabajar en su tierra natal. Toda su vida fue comerciante.
En las redes sociales se puede ver la publicación que hace su hija al anunciar su deceso, en muchas publicaciones compartidas donde se enfatiza ese gran ejemplo que dejó.
Y es que su entusiasmo por la vida, el trabajo y la responsabilidad, eran muchos y por ello se le podía ver siempre con mucho ánimo y fortaleza, trabajando, porque el quería llevar el pan de cada día a casa.
En aquel abril de 2012, cuando dio su primera entrevista, compartió que fue cobrador de un negocio de joyería que se vendía en abonos, ganaba el 10 por ciento de las ventas.
Siempre trataba de vender mucho y hacer nuevos clientes. Un tiempo después, el dueí±o del negocio se lo traspasó.
Así fue como don Luciano puso su âJoyería el Diamanteâ, en su casa ubicada en la calle General Cepeda de la colonia Mundo Nuevo.
Fueron muchos aí±os en los que su negocio fue el sostén de su familia, dado que tuvo seis hijos, cuatro hombres y dos mujeres.
Con su trabajo, logró sacarles adelante a ellos y a su esposa la seí±ora Julia quien le decía que no saliera a trabajar porque se preocupaba por él, pero don Luciano enfatizaba que toda su vida había trabajada y no quería dejar de ser el sostén de su hogar, aunque sus hijos ya se habían casado y hecho su vida.
Por lo tanto, entre los dos, preparaban los conitos de dulce que casi a diario vendió por un tiempo en ese crucero.
Muchas personas le compraban, algunos incluso que no tenían gusto por los dulces, solo adquirían los conitos para ayudarlo, pero otras personas lo ignoraban, situación que parecía no afectar a don Luciano quien de todas formas les regalaba su bella sonrisa y su actitud positiva.
Don Luciano decía que tenía buena venta, porque a la gente les gustaba mucho sus conitos hechos en casa y es que la fórmula era quizás hacerlos con mucho amor.
En 2016 recibió ayuda
En un movimiento de solidaridad generado por el músico productor y cantante, Carlos Garza, en julio de 2016, don Luciano recibió ayuda monetaria.
En ese entonces de 91 aí±os de edad, recibió ayuda luego de que el video que subió Carlos Garza a la red social Facebook se hiciera viral y muchas personas se unieron al llamado.
Su frase especial
Don Luciano agradecía a la gente cuando le compraban conitos. Siempre remataba con esta frase: âDios le bendiga grandementeâ.
Incansable y con gran entusiasmo por la vida, el trabajo y la responsabilidad, se instalaba en la esquina de Galeana y Abasolo para vender sus conos de cajeta.
Solía decir que siempre tenía buena venta porque sus conitos eran hechos con mucho amor.