
Jesús Humberto nació el 1 de febrero pasado, pero una veintena de días después murió por una bala perdida disparada por gatilleros.
Por: Proceso
Hermosillo.- Otra vez las balas hieren de muerte a un inocente sonorense: un bebé de escasos 23 días de nacido fue alcanzado la noche del 23 de febrero por la ojiva de un sicario.
La madre del pequeí±o, Karina, confesó ante el cuerpo de su hijo: âTe pido perdón, mi cielo, por traerte a un mundo tan mierdaâ.
âTú no merecías esto, me dejas un gran dolor en el alma; no sé que haré sin ti, mi pequeí±ito, Mi Siquito.
âTe vuelvo a pedir perdónâ, insiste Karina.
Jesús Humberto nació el 1 de febrero pasado, pero una veintena de días después fue herido de muerte mientras se encontraba al interior del automóvil familiar, a un costado de una carreta de sushi, en la colonia El Ranchito, ubicada al oriente hermosillense.
Un informe de la fiscalía detalla que, al menos una tercia de gatilleros, descendieron de un par de automóviles para ultimar a Elit Gustavo, de 23 aí±os de edad.
Los agresores no lograron acabar con su objetivo en el primer intento. Elit se les escapó y fue a recargarse en la parte posterior de un vehículo Chevrolet, línea Spark, de color rojo, justo donde descansaba el bebé Jesús Humberto.
Una de las balas disparadas para asesinar a Elit Gustavo se impactó en la cabeza del pequeí±o, quien fue trasladado de emergencia al Hospital Infantil del Estado de Sonora (HIES), donde perdió la vida.
El portal sonorense Central Informativa TV recogió la experiencia de Enrique, quien atestiguó el ataque desde su puesto como despachador en la carreta de sushi.
Según la línea de sucesos de Enrique, un hombre que llegó corriendo a la carreta, ya lo esperaban los sicarios para ultimarlo.
Tras el asesinato, los atacantes arremetieron contra él y su familia. Primero, tiraron al piso a Enrique, quien durante el día estudia Ingeniería Industrial, y luego sometieron al resto.
âTengo la carreta aquí afuera y adentro la freidora, estaba friendo unos rollos y cuando volteé ya tenía a los dos con la pistola. En el piso me apuntaron para matarme, me patearon, me tiraron un cachazo y el otro (de los atacantes) alcancé a mirar que tiró dos balazos para adentro y yo, pues pensé que ya me había matado y esperaba que no le hicieran daí±o a alguien másâ, describió.