
Voluntarios no desisten en la lucha por encontrar sobrevivientes bajo los escombros.
Por: Reforma
Ciudad de México.- Un grupo de brigadistas acarreaba cubetas de piedras y tierra sobre la calle Torreón, en la colonia Roma Sur, cuando el edificio del que sacaban los escombros terminó de venirse abajo. El estruendo rompió el silencio que habían formado los espontáneos brigadistas, que intentaban escuchar si, de entre las ruinas, surgía el grito de alguien pidiendo auxilio. Uno de los edificios que colapsaron en el sismo se ubica sobre el Viaducto Miguel Alemán, entre Torreón y la Cerrada Bajío, a unas calles de Parque Delta. Hasta ahí llegaron Bomberos, personal de Protección Civil, la Cruz Roja y decenas de policías. Pero también cientos de hombres y mujeres que, en cuestión de minutos, formaron una línea desde Viaducto hasta Obrero Mundial. Un corredor de manos que se pasaba entre sí botes llenos de tierra, pedazos de pared, vigas, varillas, grandes rocas; los restos de un edificio de departamentos de cuatro niveles en donde se espera que pueda haber alguien con vida. Del otro lado, sobre Viaducto, otro grupo de espontáneos estacionó una camioneta pick up cargada con garrafones de agua. Mientras de un lado salían escombros, del otro se surtía agua para los brigadistas. Otros consolaban a la gente que alcanzó a salirse del edificio y que fue a sentarse en la banqueta de Viaducto, frente a los restos de su vivienda. Otros se acercaron al derrumbe preguntando por sus familiares. Los voluntarios se multiplicaban hasta cinco calles a la redonda, formando grupos de 10 o 15, montaban lonas para cubrirse del sol, organizaban el reparto de botellas de agua o se ofrecían a agilizar el tráfico. A la gente mayor, a los nií±os o a quienes aún no han contactado a sus familiares, les daban agua, un pan o un abrazo.