
De acuerdo a los jóvenes, en el rancho se le obligaba a trabajar jornadas de 16 horas diarias además de recibir constante maltrato verbal.
Por: Redacción
Rodrigo Flores | Rodolfo Gutiérrez | Saltillo, Coahuila.- Cuatro jóvenes veracruzanos, entre ellos dos menores de edad, escaparon de un rancho agrícola ubicado en Ramos Arizpe, donde además de ser sometidos a largas jornadas de trabajo, agresión verbal y mala alimentación, se les impidió abandonar el trabajo cuando decidieron irse, orillándolos a escapar dejando sus pertenencias.
El grupo de jóvenes de 17 y 18 aí±os salió el 6 de septiembre de Jalapa, Veracruz, tras llegar a un acuerdo laboral con un sujeto, a quien identifican como âOliverioâ, que los hizo firmar un contrato con vigencia hasta el 6 de diciembre, para trabajar en el rancho Calandrias, ubicado en la carretera antigua a Monclova.
Me dijeron que yo era como un perro: menor
Christian recibió una mala noticia, su madre está enferma, con ella vivió hasta el pasado 6 de septiembre, cuando fue reclutado por un desconocido en su pueblo natal, una comunidad de Jalapa, Veracruz, donde se le prometió vendría a ganar dinero a un rancho de nombre Calandrias, ubicado en Ramos Arizpe.
Una llamada telefónica lo alertó, su mamá estaba enferma, lo que, aunado a los malos tratos, lo hizo decidirse a regresar; sin embargo, el encargado del rancho le negó su salida, le comentó que él tenía un contrato que vencía en diciembre y que lo tenía que cumplir.
Decidido a irse, empezó a maquilar su huida, el amor por su madre lo llevó a arriesgar su vida y la de sus tres amigos, dos de ellos menores de edad, quienes se aventuraron a regresar caminando a su lugar de origen; pero había más razones para huir. No les cumplieron con lo acordado: jornadas laborales de 8 horas y pago de tiempo extra, fueron sustituidas por 16 horas de trabajo por día y dos comidas diarias, a base de tortilla y sopa. âMe llamaron, que mi mamá está enferma, es lo único que tengo, por eso le dije al âingenieroâ, que me dejara ir, que tenía que estar con mi mamá; me dijo que no, que yo había quedado en algo y que tenía que cumplir, y que me pusiera a trabajar, que yo no era nadie, es más que era como un perroâ, comentó el joven de 18 aí±os.
OBLIGADOS A ESCAPAR
Entre más insistía el adolescente, más insultos recibía, y a punto de llegar a los golpes, le pidió sus cosas, documentos y demás pertenencias para regresar a ver a su madre, pero el encargado no lo dejó y sus amigos decidieron escapar. âEn la maí±ana nos levantamos y no trabajamos, les dijimos que íbamos a estar en la laguna (presa Palo Blanco), dicen que hay peces y fuimos para allá, dejamos nuestras cosas en el rancho y nos fuimos, caminamos como cuatro kilómetros hasta que pasó un seí±or y nos dio un aventón, nos trajo a Saltilloâ, comentó Guillermo.
Sin saber dónde estaban, ni con quién viajaban, llegaron a la ciudad en busca de ayuda, para hablar con sus padres y poder regresar a casa; sin embargo, no tenían cómo recibir dinero para comprar un boleto de camión, ya que no portaban identificación.
SETRA INVESTIGA
Tras entrevistarse con los jóvenes jornaleros, Tania Castillón Meza, subsecretaria de Justicia Laboral, inició una investigación de los hechos, en primer lugar por lo relacionado con la contratación de menores para faenas agrícolas.
De acuerdo con los testimonios recabados, sostuvo que el alojamiento para los cuatro muchachos era aceptable, con regaderas, habitaciones, se les proveía de alimentos y que, en todo caso, el único maltrato era verbal cuando se les exigían algunas de las tareas.
Fuentes cercanas al rancho agrícola denominado Calandrias aseguraron que los jóvenes contratados se exhibieron como mayores de edad y que tienen en su poder los contratos y la renuncia que avalan su relación laboral, y que simplemente abandonaron el lugar por así convenir a sus intereses.