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La mexicana que pinta de blanco las piedras por dónde se puede cruzar el Río Bravo

El propósito de la artista era mostrar cómo en esa zona geográfica vigilada y presentada tan violenta, caminar podía ser un acto de protesta.

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El propósito de la artista era mostrar cómo en esa zona geográfica vigilada y presentada tan violenta, caminar podí­a ser un acto de protesta.

Por: Agencias

Mexico.- Con un tarro lleno de pintura blanca hecha de cal, una brocha y con su pasaporte bien guardado en una bolsa amarrada a su cintura Minerva Cuevas metió sus dos pies en el Rí­o Bravo.

Parada ahí­ era difí­cil no pensar en todos esos inmigrantes que han sucumbido ante esas aguas y cuyos cuerpos ahogados han sido encontrados por patrulleros. Inmigrantes que nunca lograron pasar de una tierra a otra después de anhelarlo hasta con la vida misma.

Esta artista plástica del D.F. empezó a saltar de una piedra a otra en busca de trazar un camino por donde se pudiera pasar del sur al norte. En busca de puentes naturales y escondidos en donde la naturaleza creara un camino de cruce por tierras que los gobiernos y las polí­ticas de frontera han cerrado.

Cada piedra estable del Rí­o Bravo que le ayudó en su propósito de pasar de México a Estados Unidos la pintó de blanco con la brocha, creando así­ un juego de seí±ales, que como si fuera el cuento de Hansel Y Gretel, creaban vestigios que alguien más pudiera seguir.

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“Mi propósito era sobre todo mostrar cómo en esa zona geográfica vigilada y siempre presentada tan violenta, caminar podí­a ser el más polí­tico de los actos. Simplemente ir saltando de piedra en piedra, de una orilla a otra, era suficiente para mostrar que no hay nada real que separe esos dos territorios”, cuenta la artista cuyo acto capturado por una fotógrafa es recogido ahora en un video que la galerí­a de Nueva York Art21 expone.

Era la primera vez que Minerva estaba en la frontera. Como muchos mexicanos ella se habí­a hecho una idea de cómo era el desierto de Chihuaha y el mismo Rí­o a partir de las noticias y de las tragedias. Pero ahí­ concentrada en marcar las piedras que sostení­an sus pies, la frontera se veí­a menos despiadada de lo que siempre sospechó.

“Históricamente se supone que la frontera entre ambos paí­ses es la parte más honda del rí­o y éste en toda su extensión cambia constantemente. Puede estar al fondo de un precipicio, al nivel de la carretera o bien estar seco o dividirse en dos. Así­, poco a poco, el concepto de frontera se fue transformando para mí­ en algo mucho más abstracto”, cuenta Minerva quien además de demarcar sus caminos de cruce fue recogiendo cosas que se fue encontrando de otra gente que habí­a pasado (o intentado pasar) el rí­o. Latas, pedazos de ropa, botellas que usó como parte de su instalación artí­stica.

Así­, con un camino de piedras propuesto delante suyo, Minerva solo podí­a pensar en el propósito del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump de cerrar la frontera con una muralla. “Existe la frontera natural y todos los riesgos que representa el desierto pero su extensión es tan grande que fue evidente que la vigilancia, las barreras y la represión quedaban rebasadas por el entorno mismo y sus peligros”, cuenta la artista que aí±ade, "el muro no va a detener la migración, solo reforzará la idea de que la frontera es violenta e ilegal y favorecerá el tráfico de personas”.

El acto de Minerva Cuevas quizás no trascienda hasta Washington pero puesto en una galerí­a sí­ pondrá muchos a pensar algo que para ella es su gran conclusión: “Si hay una frontera, tiene que haber un puente”.

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