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Trabajo robotizado: ¿el adiós a los obreros?

La automatización es uno de los mayores riesgos del empleo mundial en lo que resta de siglo.

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La automatización es uno de los mayores riesgos del empleo mundial en lo que resta de siglo.

Por: Agencias 

Ciudad de México.- En pleno paseo de la Reforma, una de las principales arterias de la Ciudad de México, kilómetros de cableado y centenares de botones hacen desde hace 3 meses las funciones que hasta hace no tanto deberí­an haber llevado a cabo varias decenas de trabajadores. Con capacidad para 700 vehí­culos, es el mayor aparcamiento completamente robotizado de todo el continente americano y un reflejo más del signo de los tiempos: el factor trabajo queda claramente eclipsado por el avance tecnológico y cada vez más empleos corren el riesgo de desaparecer. La misma imagen domina Ciudad Juárez, el corazón de la maquila mexicana, donde los robots empiezan a conquistar procesos productivos para los que hace no tanto las empresas necesitaban contratar trabajadores.

La automatización es uno de los mayores riesgos del empleo mundial en lo que resta de siglo. Pero el caso mexicano es especialmente lacerante por su modelo de crecimiento, en el que la competencia salarial desempeí±a un papel clave. Y sitúa a esta ola tecnológica imparable a la misma altura en la clasificación de desafí­os económicos que la retórica incendiaria de Donald Trump en materia comercial. Sin embargo, a diferencia de esta, es un factor que permanece alejado de la agenda pública.

GIRO PROTECCIONISTA

Las promesas proteccionistas de Donald Trump, que van desde la renegociación del Tratado de Libre Comercio que une a México con EU y Canadá desde 1994 hasta la puesta en marcha de un impuesto a todos los productos fabricados por empresas estadunidenses, es uno de los factores que más puede acelerar la robotización en los próximos aí±os.

“Pueden acelerar la robotización: empresas que producí­an en México fundamentalmente por el menor coste de la mano de obra, ahora pueden verse tentadas a trasladar su producción a EU con un peso mayor de la robotización”, apunta Tony Payan, del Baker Institute. El caso de Carrier es, a su juicio, paradigmático: el fabricante de aparatos de aire acondicionado ha renunciado a trasladar parte de su producción a México a cambio de importantes incentivos fiscales.

“El daí±o está hecho para México, pero apenas va a crear empleo en Estados Unidos, como prometí­a Trump. Casi todo estará automatizado”, cierra.

“México tiene una porción superior de empleos susceptibles de ser robotizados que otros paí­ses y eso provoca que el riesgo de la automatización esté, al menos, al mismo nivel que el giro proteccionista de EU”, apunta Mark Muro, especialista en economí­a digital e impacto de la tecnologí­a sobre el crecimiento del think tank Brookings. “La extensión de la automatización reemplazará el empleo de bajo coste que predomina en la industria mexicana y erosionará su principal fuente de ventaja competitiva (el menor precio de la mano de obra). Es algo que ya ha sucedido en China y que ocurrirá en México”, aí±ade.

MíS BARATO

A diferencia de lo ocurrido en otros paí­ses, como la propia China, donde los costes laborales han tendido a aumentar a medida que la economí­a se desarrollaba y abarcaba sectores de producción de mayor valor agregado, México ha apostado en las últimas décadas por la contención salarial para evitar la fuga de empresas manufactureras y atraer más inversión. Pero la robotización es un claro lí­mite para ese modelo de crecimiento. “En la mayor parte de maquilas contratar a cuatro trabajadores en México es, todaví­a hoy, más barato que instalar un robot en Estados Unidos. Pero la robotización es cada vez más barata y en muchas industrias, como la automotriz, ya es más rentable un robot que contratar a cuadrillas de trabajadores”, apunta Tony Payan, director de estudios mexicanos del Baker Institute.

Aunque el porcentaje de empleo susceptible de ser automatizado en Brasil (50%) y Argentina (48%) no dista mucho del mexicano, la estructura productiva del paí­s norteamericano lleva aparejada un riesgo adicional: es la única de las grandes economí­as de América Latina que depende más de las exportaciones de manufacturas –donde la robotización más se ha acelerado – que de materias primas. “Hace aí±os, la planta laboral era el insumo más importante de casi todas las industrias. Ya no, y cada vez menos. Ahí­ es donde el modelo maquilador mexicano comenzará a entrar en crisis”, agrega Payan. “Apostarle a la manufactura como gran fuente de empleo hoy es un error estratégico”.

Una o, como máximo, dos décadas. Ese es el plazo máximo de que dispone México para revertir ese inexorable y oscuro destino para el empleo. “Lo novedoso de este proceso de cambio tecnológico es que es mucho más rápido que los anteriores”, subraya Juan Chacaltana, especialista en polí­ticas de empleo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y es que, aunque regiones como Querétaro, muy centrada en el sector aeroespacial, sí­ lucen adaptadas a la industria 4.0, la vulnerabilidad ante este giro tecnológico es la nota predominante en amplias zonas del paí­s.

¿Qué puede hacer México?

La primera respuesta es común a todos los analistas consultados: mirar a largo plazo y salir del cí­rculo vicioso en el que ha entrado el debate público mexicano desde la llegada de Trump a la Casa Blanca.

En esa reconversión, el fortalecimiento del mercado interno en detrimento de la dependencia exportadora es moneda de cambio habitual en los programas electorales de todos los partidos. Pero su concreción, a un aí±o vista de las elecciones federales, es una incógnita.

La segunda respuesta –y no por recurrente menos importante– es la educación. En un cambio tecnológico de esta envergadura conviven dos efectos sobre el empleo: uno negativo de sustitución (destrucción de puestos de trabajo en favor de la automatización de procesos productivos) y otro positivo de complementariedad (aumento de remuneración derivado de la mayor productividad).

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