
Sabinas, Coahuila; 16 de marzo.- Los milagros si existen, asegura María Guadalupe Hernández Leyva, viuda de José Alfredo Silva Contreras, el séptimo minero que fue identificado en Pasta de Conchos bajo toneladas de carbon que provocó un “caído” aquel 19 de febrero del 2006.
Con sentimientos encontrados, incluso aún incrédula, Lupina como es conocida, dijo a Zócalo que por fin puede tener los restos de su amado esposo, luego de 19 largos años de una intensa lucha.
Comentó que en febrero del presente año el ya presentía esto, “mi viejo ya está afuera, yo lo siento”, decía mientras lloraba sin cesar al recordar por todo lo que ha pasado.
“Mis seis hijos no solo se quedaron sin papá, también sin mamá, yo dejé mi vida allí en la mina, luchando todos los días para traerles a su padre, y por fin lo hice; fui criticada, humillada y de todo pase en esta travesía, pero lo logré pese a todo pronóstico, y quiero que todo el mundo sepa que los milagros si existen, confíen en Dios, sus tiempos son perfectos”, comentó.
El pasado jueves acudió a la Ciudad de México para identificar a su compañero de vida, “esta completito, pude validar que era él por su placa dental, su ropa y un reloj que guardaba con mucho cariño, lo encontraron sentado, no sé si estaría descansando al momento de la tragedia, pero lograron verlo porque sobresalían sus pies y zapatos durante la búsqueda, me dijeron que su muerte fue instantánea duro cuando mucho 2 minutos con vida, el derrumbe lo sepultó”, relató.
Saber eso le dio un poco de tranquilidad a su corazón, porque al menos, dice, no sufrió, “me atormentaba pensar que hubiera durado varios días esperando que lo sacaran, que se murió por sed o hambre, al menos se que no sintió dolor por mucho tiempo”.
Ante la negatividad de los gobiernos y la apatía para emprender en ese entonces el rescate, sus hijos construyeron una capilla en su honor, justo a la entrada de su casa donde está siendo velado.
El vistoso altar con su fotografía y la imagen de la Virgen de Guadalupe era con lo que empezaban a conformarse, hasta que el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador anunció el Plan de Recuperación.
“Entonces fue como una vitamina de pura fe, hasta que nos hicieron caso, seguí luchando con más fuerza y ya podremos sepultar a mi esposo como se debe”, reitera.
Por espacio de 48 horas es velado el cuerpo de José Alfredo, en su hogar marcado con el número 795 de la calle Vasco de Quiroga en el mineral de Palau, para posteriormente dar el último adiós en el panteón Santa Rosa.
Decenas de personas acudieron a dar el pésame tanto a Lupina y sus hijos, pero también a mostrarle su apoyo y admiración por no rendirse hasta cumplir su objetivo.
Finalmente convocó a sus compañeras viudas a no perder la esperanza y continuar hasta que logren salir los 50 que faltan, “si se puede, primero Dios seguirá dándonos vida y salud para estar de pie, yo ya tengo a mi viejito pero sigo apoyándolas porque somos una familia”.
HDC