
Piedras Negras, Coahuila; 19 de agosto.- Al oficiar la misa de este domingo en Catedral Mártires de Cristo Rey, monseñor Alfonso Gerardo Miranda compartió lo que significó para él vivir la experiencia de haber oficiado la misa del miércoles de ceniza en el penal de Topo Chico de Nuevo León, el 10 de febrero de 2016, fecha en la que se registró un motín que dejó 49 muertos, cinco de ellos calcinados.
Trajo a referencia el suceso, durante su mensaje inspirado en el evangelio de Juan, que recuerda el mensaje de Cristo “mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”, al señalar que aún recuerda su iniciativa de recorrer la mayoría de las capillas funerarias en donde fueron velados los restos de los fallecidos del penal.
“Fui al día siguiente y no me permitieron entrar, con esta necesidad de estar con ellos, esperé a que los cuerpos fueran entregados a las familias y acompañé a algunos en las capillas funerarias, casi todas en la periferia de la ciudad, una de ellas, de las más alejadas de la ciudad, había 20 personas con rostros de perplejidad, dolor, tristeza, ansiedad e impotencia por el familiar difunto y nadie se paró a comulgar”.
Señaló que como lo manifiesta Jesús, Dios se manifiesta en múltiples formas y sólo pide ser acogido por un corazón abierto, por lo que las personas necesitan tocar el corazón de los demás, aprender a acompañar al hermano y no juzgar, hacerlo sentir acogido y perdonado.
“Parece difícil de creer, pero Dios también está necesitado de nosotros, tiene impaciencia por ser recibido por nosotros, no pide sacrificios, pide ser aceptado en un corazón abierto, en abrazos que quieran recibirlo, así muestra su misericordia cuando por una razón no podamos recibirlo en la comunión, se manifiesta en la eucarística, en la oración, en la palabra y en el pan de los hermanos”.
Añadió que no pone obstáculos para ser integrado a la vida cristiana, por lo que llamó a no poner obstrucción y hacer sentir a los demás que Dios ama, perdona y nunca se va, incluso para quienes no se sienten dignos, limpios y preparados para recibirlo.
Durante la celebración, el obispo llamó a las niñas y niños presentes en la misa, para explicarles de una forma cercana y con palabras sencillas el significado del amor de Dios y la manera como lo manifiesta a las personas.
vcf