La bacteria 'devora plásticos' formaría parte de la solución al problema medioambiental causado por los plásticos.
Por: Grupo ZócaloÂ
Estados Unidos.-Â Uno de los motores del desarrollo económico de la segunda mitad del siglo pasado fueron los plásticos. Son baratos, fáciles de producir, resistentes, elásticos y, si se desea, transparentes, pero tienen una cara b, ya queÂ
no son biodegradables, puesto que no existe ningún organismo vivo capaz de alimentarse de ellos.
Su larga durabilidad es, sin duda, uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos, ya que deben transcurrir un mínimo de cuatrocientos cincuenta aí±os para que los polímeros comiencenÂ
el proceso de desintegración a nivel molecular.
Se estima que aÂ
nivel mundial se producen más de 300 millones de toneladas de plástico, de las cuales el 90% derivan del petróleo y una pequeí±a parte, próxima al 15%, se recupera y se recicla a escala global.

De esa astronómica cantidad, una media de ocho millones de toneladas termina flotando todos los aí±os en nuestros océanos, allí se hunden, se acumulan en los sedimentos o bien acabando siendo incorporados a laÂ
cadena alimenticia humana.
Las predicciones a corto plazo no son nada halagí¼eí±as, algunas voces autorizadas calculan que para el aí±o 2050 la producción de desechos de plásticos alcanzará las trece mil millones de toneladas. Una cifra que, sin duda, obliga a tomar medidas enérgicas y con carácter de urgencia.
Afortunadamente en el 2016 descubrimos la existencia de un posible aliado y, como tantas y tantas veces ha sucedido en la historia de la ciencia, la serendipia jugó un papel importante. Ese aí±o un grupo de
 científicos japoneses investigaba colonias bacterianas en una planta de reciclaje de la ciudad de Sakai, en Japón. Durante meses analizaron las bacterias extraídas de los residuos de tereftalato de polietileno (PET) en sus dos componentes (etienglicol y ácido tereftálico).
Sorprendidos comprobaron que una bacteria, a la que se bautizó como Ideonella sakaiensis, era capaz deÂ
utilizar el PET como fuente primaria de carbono. Tiempo después se pudo demostrar que el microorganismo tiene dos genes clave que permiten que pueda âdevorarâ el PET: una PETasa y una mono(2-hiroexietil)Â
tereftalato hidrolasa.
Una solución esperanzadora
El hallazgo de la cadena metabólica permite explicar queÂ
Ideonella haya fijado su domicilio en una planta de reciclaje, pero lo que todavía queda por desentraí±ar es cuál ha sido el camino para que la bacteria haya evolucionado hasta convertir un plástico, que fue patentado en la década de los cuarenta del siglo pasado, en su fuente alimentaria.
La bacteria es capaz de
 convertir el PET en poli(3-hidroxibutirato) âtambién conocido como PHB- que es un tipo deÂ
plástico biodegradable. La parte menos atractiva de esta historia es que se calcula que el PET es degradado a una velocidad de 0.13 mg por cada centímetro cuadrado y día, a una temperatura de 30ºC, un ritmo de eliminación que se antoja âexcesivamente lentoâ.
La suerte volvió a sonreírnos en el aí±o 2018 cuando investigadores de laÂ
Universidad de Postmouth (Reino Unido) diseí±aron por casualidad una enzima que mejoraba laÂ
PETasa bacteriana.
En estos momentos se está intentando dar un paso más al tratar de amplificar su productividad mediante la âinserciónâ de la enzima mutante inglesa a una
 bacteria extremófila, capaz de soportar temperaturas superiores a los 70ºC, una cifra a la que
 los PET se vuelven más viscosos. Esta âcesiónâ podría acelerar hasta en un 10% el proceso de degradación.
Todos estos hallazgos podrían darnos un respiro y abrir una ventana a la esperanza, ya que laÂ
bacteria âdevora plásticosâ formaría parte de la solución al problema medioambiental causado por los plásticos.