
A través de su filme Los Hijos del Sol, que llega a salas mexicanas, el cineasta Majid Majidi denuncia el trabajo infantil en Teherán
Por: AgenciasCiudad de México.- El gran cineasta iraní Majid Majidi tiene 62 aí±os, pero unos ojos de nií±o con los que no deja de observar el mundo, sus maravillas y los dramas más desgarradores. Su obra refleja una cruda verdad: ser nií±o y pobre es una tragedia.
âAmo a los nií±os, su inocencia, su conexión con la libertad y su claridad. Ellos hablan de una manera que es imposible para los adultos. Son muy sensibles, astutos en sus relaciones entre ellos y, por necesidad, en sus relaciones con los adultos.
âTambién tienen una capacidad para la aventura que me emociona, verdaderamente. Cuando juegan, cualquier cosa es una aventuraâ, explica el realizador en entrevista vía mail.
Baduk (1992), su ópera prima, habló de nií±os que cruzan mercancías de contrabando en la frontera. Nií±os del Cielo (1997), quizás su pieza más popular a la fecha, la cual cuenta con una nominación al Oscar, habla de la extrema pobreza mediante la historia de un nií±o que extravía un par de zapatos.
âLas historias de nií±os son tan convincentes y llenas de drama como las de los adultos. Ese siempre ha sido mi principio rectorâ.
Los Hijos del Sol, su más reciente largometraje, que llega este jueves a salas mexicanas, aborda el trabajo infantil en Teherán. Chicos condenados a crecer antes de tiempo. Al inicio del filme, la pantalla informa que en el mundo hay al menos 152 millones en esa situación.
https://youtu.be/3MRaPrNN9bwLa cámara sigue a Ali (Rouhollah Zamani, ganador del Premio Marcello Mastroianni en la Mostra de Venecia). Es el mayor de un grupo de amigos que trabaja en un taller y comete atracos para ayudar a sus familias.
Un día, un jefe criminal le encarga a él y su pandilla matricularse en la Escuela del Sol, una institución caritativa para nií±os de la calle. No es bondadoso: sólo quiere que, a través de un sótano en el edificio, accedan a un tesoro perdido.
Majidi imaginó la trama al saber de una escuela similar, con problemas económicos. Para él, la educación es la solución.
âNo todos los nií±os son estudiantes naturales y es difícil para ellos permanecer quietos, pero la educación es su derecho, y les brinda la oportunidad de descubrir su talento. También, tiempo para respirar y crecer.
âLos gobiernos no pueden solucionar esto por sí solos. Necesitamos apoyar organizaciones no gubernamentales, que hacen un trabajo maravilloso. Y el público necesita alzar la voz. En la cinta, la escuela debe cerrar por falta de interés. Espero que esta película cambie la apatíaâ.
Majidi descarta tener una fórmula para trabajar con nií±os trabajadores rescatados. Simplemente, explica, desarrolla una relación de confianza con ellos y escucha sus historias con interés y respeto.
En una de las escenas más emocionantes de Los Hijos del Sol, Ali ayuda a su amiga Zahra (la migrante afgana Shamila Shirzad) a escapar de un guardia en las instalaciones del metro. Para sustentar a los suyos, la pequeí±a vende broches para el cabello y arriesga su seguridad.
Majidi y los pequeí±os no podían detener el tráfico usual del metro y los usuarios, así que tuvieron todo practicado a la perfección.
âNo teníamos control: los actores estaban sobre un vagón real, tenían que descender en tiempo real y decir sus líneas. Preparé a Shamila pidiéndole que recordara que ella y su familia podían ser deportados. Cuando el tren se detuvo, estaba lista.
âPodrá parecer cruel, pero ella es una nií±a activista, franca y llena de fuegoâ, asegura.
A medio camino entre la fábula, el drama social y el cine de aventuras, Los Hijos del Sol desestigmatiza al iraní como un cine espeso y lento. Era la meta de Majidi.
âQuería hacer una película que enseí±ara cosas a la gente, pero que fuera emocionante, entretenidaâ.