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Denuncian red de abuso de menores en escuelas de al menos 7 estados

Revelan existencia de círculos organizados que han abusado de niños y producido pornografía infantil en escuelas públicas y privadas. 

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Revelan existencia de cí­rculos organizados que han abusado de nií±os y producido pornografí­a infantil en escuelas públicas y privadas.

Por: El Financiero 

Ciudad de México.- En escuelas públicas y privadas de al menos siete entidades del paí­s han operado grupos delictivos dedicados a la explotación sexual infantil organizada, en los que participan maestros, directivos, personal administrativo y de intendencia que han abusado de nií±os dentro y fuera de los planteles, y los han videograbado con fines de pornografí­a en lí­nea.

De acuerdo con el informe Es un secreto. La explotación sexual infantil en las escuelas, elaborado por la Oficina de Defensorí­a de los Derechos de la Infancia, A.C. (ODI), que ha acompaí±ado y litigado casos de este tipo en por lo menos 18 escuelas, “se trata de patrones delictivos marcados por acciones organizadas entre varios adultos y perpetradas de manera masiva dentro de un plantel escolar”.

Las entidades donde se han documentado y litigado estos casos son la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Baja California, Morelos, San Luis Potosí­ y Oaxaca. Sin embargo, el informe refiere un centenar de casos más en los cuales hubo denuncias de abusos a menores en escuelas, pero se desconoce si hubo detenidos, si se siguen investigando o si quedaron impunes.

La ODI ha documentado, a lo largo de las últimas dos décadas, los casos con más de un centenar de menores entre las ví­ctimas de estos grupos. El informe indica:

“Numerosos preescolares y primarias han sido capturados y utilizados como espacios para la comisión de delitos de explotación sexual infantil en lí­nea”.

El documento, coordinado por la maestra Margarita Griesbach Guizar y presentado por los académicos y activistas Karina Ansolabehere, Maite Azuela, Lydia Cacho, Denise Dresser, Manuel Gil Antón, José Guevara, Lorenzo Meyer, Juan Martí­n Pérez y Luis Daniel Vázquez, refiere con detalles un problema de dimensiones mayores en materia de explotación sexual infantil, pederastia y pornografí­a en las escuelas públicas y privadas de México.

La narrativa de lo que se oculta en las aulas, en los patios, en las oficinas de los directores de escuelas de todo el paí­s es que: “De manera consistente, nií±os y nií±as describen ser penetrados con jeringas con agua, con popotes o con papeles sucios, incluso manchados con excremento”.

También describen ser ahorcados u obligados a lastimar a otros compaí±eros y compaí±eras; además, “nií±os y nií±as refieren ser grabados o fotografiados”.

El material realizado por las bandas de delincuentes, habilitados como profesores, nunca fue encontrado ni tampoco se investigó —por parte de la entonces Procuradurí­a General de la República (PGR)— a quienes trabajan o financian la red de pornografí­a infantil.

Estudiando con el enemigo

En el Jardí­n de Nií±os Andrés Oscoy, en Iztapalapa, los padres de familia y vecinos nunca imaginaron el terror que vivieron cientos de alumnos durante aí±os.

Sólo 30 familias denunciaron. En 2011, la PGR contactó a la ODI para solicitar apoyo legal para las ví­ctimas, todas de entre tres y cinco aí±os de edad.

“De las testimoniales de 19 nií±os y nií±as de entre tres y cinco aí±os se detecta que nombran a 10 personas como agresores directos, que incluyen desde a la directora del plantel y maestras hasta al personal de intendencia, e incluso al hijo adolescente de uno de los maestros”.

Las narraciones de los preescolares sobre el infierno que vivieron exponen que las agresiones se registraron en diversos sitios del plantel.

“La mayorí­a de los nií±os y nií±as refiere que fueron agredidos en un baí±o. Sin embargo, otros mencionan la oficina de la dirección y un cuarto de drenaje”, así­ como lugares abiertos, como el patio o un salón.

Por meses o aí±os nadie en la Secretarí­a de Educación Pública (SEP) se enteró de lo que ocurrí­a en esta escuela ni investigó o cuestionó que 10 de sus funcionarios estuvieran dedicados a la explotación sexual infantil.

Al menos 13 de los nií±os refieren tocamientos y actos de violación equiparada. Tres de ellos describen haber sufrido violación, 11 dicen haber sido golpeados, algunos narran que adultos se exhibí­an ante los alumnos o que exhibí­an la agresión en contra de un pequeí±o frente al grupo. Varios describen actos sexuales entre adultos que toman lugar durante la agresión.

“Entre las narraciones de las ví­ctimas, algunos refieren ser amarrados o amordazados y una nií±a dice haber sangrado. Además de altos niveles de violencia, las ví­ctimas refieren dinámicas y rituales grotescos”, que eran hechos pasar como juegos.

El “Caso A”: rituales, juegos e impunidad por filtraciones de las autoridades

En 2008, la ODI representó el caso de una nií±a de cinco aí±os por abuso sexual en un preescolar privado, que por seguridad de las ví­ctimas y por no ser información pública se denomina en el informe como “Caso A”.

“La pequeí±a menciona a hasta seis adultos involucrados (…) y refiere que el abuso se comete en contra de ella junto con otros compaí±eros y compaí±eras. Describe prácticas ritualistas, el uso de disfraces y puestas en escena”. La narrativa del caso es atroz.

Sin ningún tipo de trámite, control en los accesos del plantel o vigilancia por parte de las autoridades de la SEP, la nií±a fue sacada de la escuela en un coche y trasladada junto con otros compaí±eros a una casa en la que habí­a adultos extraí±os. La menor describió eventos de sedación y en una ocasión, por lo menos, refirió la presencia de bebés como ví­ctimas del abuso.

El caso no llegó a juicio. Imprudentes o deliberadas filtraciones de la entonces Procuradurí­a de Justicia del Distrito Federal obligaron a la familia a desistir de denunciar por temor a represalias. No son casos aislados.

La forma de operar de estos grupos de explotación sexual infantil se repite. En 2011, la ODI recibió numerosas denuncias de abuso sexual en el preescolar público Laura Elena Arce Cavazos, en Cuautitlán, Estado de México. Ante la procuradurí­a mexiquense, se acusó a seis adultos como agresores de nií±os.

“Describen ser victimados en diversos espacios de la escuela”. Son los patrones delictivos, con saí±a inaudita. Tres nií±os muestran cortadas en las piernas que, dicen, fueron infligidas por algún maestro con un cuchillo durante la agresión. Tres de los 10 declarantes describen que les tomaban fotografí­as o video.

El infierno en las aulas de la CDMX

En la “Ciudad innovadora y de derechos” que presume el gobierno capitalino, los casos, las historias y el terror para los nií±os se repiten. En 2018, la ahora Fiscalí­a General de la República (FGR) contactó a la ODI para atender el caso de un preescolar público en la capital del paí­s. Por tratarse de una investigación aún activa, sólo lo identifican en el informe como “Escuela B”.

Nuevamente, abusos masivos a plena luz del dí­a, en el patio de la escuela, en el baí±o o los salones; 16 nií±os y nií±as describieron a más de un adulto presente en el momento del abuso.

En total, 11 adultos que laboran en la escuela son mencionados, incluyendo a la directora, a varias maestras, personal de intendencia y, paradójicamente, hasta un supervisor pedagógico. Todos, empleados de la SEP; todos, juntos, abusando de menores de entre tres y cinco aí±os.

El tráfico de nií±os trasladados de una escuela a otra o a domicilios particulares se repite como práctica común de estos grupos. Dos menores declararon que en el momento de la agresión se encontraban presentes nií±os y nií±as que no eran de su escuela. Una decena de nií±os, lo mismo que en otros casos, refiere cómo los sacaban de la escuela, los subí­an a automóviles y los llevaban a casas donde eran abusados.

En el caso de la “Escuela B”, los menores “refieren ser obligados a realizarse tocamientos entre los propios nií±os y nií±as, sufrir agresiones fí­sicas y presenciar la exhibición de un adulto frente al grupo, o incluso observar actos sexuales entre dos o más adultos”.

También en este caso cuatro menores describen la presencia de cámaras.

“Si bien este dato puede no ser relevante para el nií±o o nií±a que carece de comprensión sobre temas de explotación sexual digital, es un elemento sumamente importante para entender posibles explicaciones de lo sucedido”, aí±ade el informe.

La explotación y abuso sexual infantil por pedido en lí­nea implica que el perpetrador que solicita y dirige el acto se encuentra fí­sicamente distante de las ví­ctimas. Comúnmente, el material se consume desde su hogar, incluso en un paí­s distinto al lugar en el que se comete el abuso.

Sea a través de contacto directo con el agresor sexual o a través de un intermediario, el perpetrador indica qué actos desea que sean producidos por el agresor o los agresores en contacto con los menores. El abuso sexual infantil es comúnmente transmitido en vivo por medio de redes sociales comerciales encriptadas.

Además de estos casos, el informe documenta otros ocurridos desde 2001 hasta la fecha en escuelas de la Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Baja California, Oaxaca, Morelos y San Luis Potosí­, que podrí­an involucrar a un número mucho mayor de ví­ctimas y en donde se desconoce si los profesores e involucrados fueron sentenciados o están libres dando clases.

Margarita Griesbach Guizar, directora de la Oficina de Defensorí­a de los Derechos de la Infancia, A.C., mencionó a EL UNIVERSAL que en México, en este tipo de casos, prevalece la desarticulación entre policí­as y fiscalí­as, la falta de preservación de evidencias; no hay investigación criminal, existen filtraciones de las procuradurí­as, fragmentación de la investigación, falta de adecuación para la infancia y exclusión de la ví­ctima.

“No me atrevo a decir si es una red, muchas redes o simplemente un nuevo modus operandi de una nueva forma de criminalidad. Lo que queda claro es que estamos frente a criminalidad compleja y que, ante ello, se requiere de una investigación con una mirada amplia para entender lo que está pasando en México con estos delitos.

“Yo sí­ creo que la incompetencia es el mejor amigo de la corrupción y la impunidad, porque lo que nos pasa una y otra vez, tanto con la investigación criminal como con la intervención de la SEP, es que hay incompetencia en términos de profesionalización en la selección de docentes, en los expedientes, en el resguardo institucional, o es doloso y hay encubrimiento”, concluyó.

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