
De acuerdo con empresarios mineros, la CFE estaría ahora obteniendo energía de una planta de Nuevo León por lo cual no ha comprado carbón. Casi 40 mil empleos directos e indirectos están en riesgo.
Por: Jesús Castro
Saltillo, Coah.- Si la Comisión Federal de Electricidad no compra carbón a los medianos y pequeí±os productores de la Región Carbonífera de Coahuila, a mediados de febrero vendrá el colapso económico cuando se podrían perder 38 mil empleos directos e indirectos, en por lo menos cinco municipios del estado.
Desde el 8 de diciembre, las dos carboeléctricas de la CFE instaladas en el municipio de Nava dejaron de comprar carbón a productores locales, sosteniendo baja producción de energía con el contrato a las minas de Minosa, pertenecientes al Grupo México.
El paro de dos unidades de la Carboeléctrica Carbón II y III de la López Portillo, fue porque la CFE completó su consumo con la apertura de la planta de energía que abrió en Escobedo, Nuevo León, que opera con gas comprado en Estados Unidos.
Esto provocó que sea hasta marzo que puedan volver a comprar carbón para abastecer las plantas de Coahuila, dijo a Zócalo Eulalio Gutiérrez, líder sindical de la carboeléctrica Carbón II, quien advirtió que se llegaría a esto por culpa de la reforma energética.
Durante más de siete semanas los medianos y pequeí±os productores mantienen detenidas sus minas, algunos pagando sueldos, otros sólo prestaciones, pero la situación ya es insostenible, y esta semana comenzaron los despidos.
La casa de cuatro cuartos y techo que se gotea en el ejido La Florida no tendrá arreglo pronto. Don José íngel Torres Castillo, con 62 aí±os y minero del carbón de toda su vida, fue despedido. Ahora su familia sobrevive con menos de 800 pesos semanales en trabajos ocasionales de albaí±ilería.
Su esposa, Juanita Pérez Ortiz, lo platica resignada. íl anda por ahí, buscando trabajo de lo que sea. Mientras ella estira el poco gasto que aún le queda. Su marido es uno de los 16 mil empleados de productores medianos o pequeí±os en la Región Carbonífera, que desde el 8 de diciembre no venden ni un kilo de carbón a la CFE, su único cliente.
Hasta esta semana, algunos productores de tajos y pocitos mantienen a sus empleados con la inversión que les generó el aí±o pasado, pero otros ya comenzaron a despedir gente, y por lo general a adultos mayores, porque entre el mantenimiento y la nómina, sus empresas ya no aguantan.
Pero don José íngel no tuvo suerte. Tenía unos meses de haber empezado a trabajar en la pequeí±a mina de carbón La Hacienda, en el ejido La Florida, del municipio Múzquiz, cuando fue llamado por el patrón para ser despedido.
Antes, el hombre, ahora con la espalda afectada y el peso de sus aí±os a cuestas, trabajó 38 aí±os en la mina La Escondida, también en La Luz, en la planta lavadora de Minosa y finalmente como palero o albaí±il en La Hacienda.
No le echan la culpa al patrón. Lo cierto es que tenía semanas que no había trabajo y les seguían pagando. Los montículos de carbón inactivos les servían solo para dar algo de sombra desde que ningún camión salía con carga hacia el municipio de Nava a las carboeléctricas de la CFE donde les compraban el producto.
Desolación
Los caminos hacia municipios como Sabinas, San Juan de Sabinas, Progreso o Múzquiz están plagados de tajos o pocitos de donde se extrae el carbón, actividad que le da identidad y vida a esa región.
Lo común era ver a trabajadores entrar y salir de los pocitos en elevadores hechizos, colgados de torres tubulares, o en camiones de volteo llenos del mineral negro en los tajos a cielo abierto. Ahora las escenas son de pocitos abandonados o pequeí±as minas con trabajadores sentados caminando de un lado a otro, o cuidando los montículos de carbón.
Nadie está trabajando. No hay mineros entrando a extraer producto. Ni paleros acarreándolo. Ni palas mecánicas subiéndolo a tráileres, ni camiones transportando toneladas de carbón por la carretera 57.
Eso sucedió desde el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, a quienes las mujeres de los mineros se encomendaron al enterarse de que habría despidos masivos si la CFE no les compraba carbón porque los productores tendrían que cerrar.
Eulalio Gutiérrez García, secretario general de la Sección 201 del Suterm, quien trabaja en la Central Eléctrica II en Nava, vislumbró ese negro panorama desde que leyó las cláusulas de la reforma energética, que decreta el cierre de dos unidades de las Carboeléctricas en Coahuila en el 2024, otras dos en el 2028 y la de Río Escondido en el 2032.
Sin carboeléctricas produciendo energía para la CFE, se dejaría de comprar carbón y tendrían que cerrar todos los productores de Coahuila. Dejarían sin empleo a 18 mil mineros y perderían su trabajo otros 20 mil de forma indirecta. Desaparecería la vocación laboral de la Región Carbonifera, Cinco Manantiales y parte de Piedras Negras. Vendría el colapso económico y social. Un escenario catastrófico del que este 2019 se está viviendo solo el comienzo.
Minas detenidas
Gutiérrez afirma que la entrada en funcionamiento de una unidad de generación de energía en Escobedo, Nuevo León, que consume gas comprado en Estados Unidos, en vez de carbón, le otorgó a la CFE la electricidad suficiente para la demanda de los primeros meses de este aí±o.
Eso obligó a detener el funcionamiento de dos de la cuatro unidades de la planta Carbón II en Nava y en la López Portillo detuvieron tres unidades. El resto está funcionando con el mínimo y solo le están comprando carbón a las grandes minas de Minosa, perteneciente a Grupo México. El resto de los productores de mediano y pequeí±o comercio no les renovaron contratos.
âDebido a la situación que está padeciendo la generación de energía eléctrica de carbón está parada la producción y transporte de carbón, están detenidos porque no hay consumo de carbón ahorita. Al no haber contratos de compra de carbón a los proveedoresâ, dijo Eulalio Gutiérrez.
En esa situación llevan ya 5 semanas, sin vender ni una sola tonelada de carbón, ni de forma directa ni por medio de la Prodemi. Las minas están detenidas. Y los productores pagando mantenimiento, servicios, impuestos, nómina y prestaciones de sus empleados, esperando que la CFE les vuelva a comprar carbón y reactivar su economía.
âEste momento es clave para que censen y palpen el problema que se pudiera venir, que operen las alarmas para que empiecen a ver lo que pasaría a futuro, el impacto social y económico de esa reforma energética que se creó, que nos dejaría sin trabajo y que vamos a hacer, y esa es la responsabilidad de las autoridades de alto nivel, de diputados, senadores y del gobernador del estado, decir âoye, vamos a detener estoââ, expuso el líder sindical.
Ya no aguantan
Al principio, los medianos y pequeí±os productores se sintieron optimistas. Reunieron recursos para no cerrar ni despedir gente. Esperaban que con la llegada del nuevo Gobierno federal se negociaría para reactivar la compra de carbón en el inicio del 2019.
Tres productores entrevistados por Zócalo coincidieron en que la decisión de la mayoría fue solventar las pérdidas con inversión propia. Mantenerse abiertos pagando sueldos o disminuyendo algunos sueldos para poder aguantar. Pero llegó enero. Fueron a hablar con los nuevos directivos de CFE en las carboeléctricas y el pánico cundió.
âNos dijeron que sí iba a volver a haber contratos, pero hasta marzo, porque ahorita ya tienen la demanda cubierta y no requieren producir energía, entonces, pues que no necesitan comprar carbón. Que aguantemos hasta marzoâ, declaró el productor, quien pidió el anonimato.
Para mantener los empleos y ellos su negocio, algunos siguen pagando nóminas, otros continúan pagando seguros, pero pidieron a sus trabajadores buscar empleos alternos temporales, para cuando vuelvan los contratos, regresen a su trabajo y algunos más bajaron los sueldos.
Otros dos productores también temerosos de que si hablan o reclaman les negarán contratos, confiaron a este medio que han resistido hasta donde han podido, pero para algunos es insostenible y ya comenzaron a despedir gente.
âYa no aguantamos, no sé cuánto vayamos a aguantar, estamos desesperados, no sé si vayamos a poder seguir hasta marzo. Yo creo que no. Las cosas se van a poner difíciles, si no nos compran, se nos acabará el dinero, ya no pagaremos sueldos, vendrán los despidos y el colapso económico y social en la regiónâ, expresa otro de los productores.
Primeras víctimas
En la calle principal de ejido La Florida, ubicado entre Barroterán y Cloete, ambos del municipio de Múzquiz, hay una tiendita con un hombre de grueso bigote cano. El hombre habla de los jóvenes, seí±ores y adultos mayores que ya no tienen trabajo.
Rosalinda Rodríguez Chávez es la coordinadora del pueblo. Habla de que muchos de los pocitos de La Florida, Las Esperanzas o Cloete ya no existen. Hay un par de tajos o pocitos que han sobrevivido, pero no sabe cuánto más. Y dos minas de arrastre que ya no funcionan lo que ha provocado que los trabajadores se empleen en fábricas, con sueldos muy bajos. Pero ahora, con la falta de compra de carbón, pararon otras minas y tan solo de ese pueblo, ya van más de cinco familias que están batallando porque sufrieron los primeros despidos, entre ellos el cuí±ado de Rosalinda, don José íngel Torres.
Al acudir a su casa, cuya fachada alguna vez fue rosa, su esposa Juanita nos recibió mostrando lo pobre de su casa y las carencias que ya padecen desde que su marido fue despedido, con una liquidación mínima, que no les duró nada.
âHemos estado batallando, ahorita todavía no se establece en un trabajo fijo, anda pos así, eventual, de lo que saca al día, ahí poniendo blocks. Cuando lo contratan, logra lo poquito que él tantea para alimentarnosâ, dijo la mujer.
Con los ojos llorosos acepta su pobreza. Que de los mil 200 pesos semanales que le pagaban a su esposo ahora a veces no llega ni a 600, que se les va en comida, porque no hay para más. âA veces, vergí¼enza no me da decirlo, a veces no tenemos lo suficiente, que yo deseo algo y no se puede, tengo que atenerme a lo poquito que él consiga y ahí le damos vuelta, para la casa, la despensa, la luz, el aguaâ, confesó doí±a Juanita.
Su tristeza se hace manifiesta, sobre todo, cuando llueve o llega el frío, porque su casa se moja toda, gotea, se filtra por un techo al que le falta mantenimiento.
La historia de este matrimonio se repite en otras tres calles de ese ejido, y otra vez en Barroterán, también en los municipios de Rosita, Progreso o Sabinas. Algunos se emplean en trabajos temporales, se ponen a vender comida, hacen ventas de sus cosas en plena calle. Es la sombra del desempleo que ronda a las familias de quienes esperan el momento del despido.
âSeguimos nosotrosâ
A un lado de la estructura de un pocito, en San Juan de Sabinas, está la camioneta roja de Benjamín González, el capataz del turno que gana 3 mil 200 pesos a la semana, pero que ahora se los están pagando, prácticamente sin trabajar.
Su patrón no ha despedido gente, pero ya tienen más de un mes yendo al pocito sin sacar carbón, apoyando en mantenimiento o con otros trabajos alternos, aunque la mayoría piensa que en cualquier momento los pueden desocupar.
Benjamín está nervioso. Lleva desde 1985 trabajando solo en minas y no sabe hacer otra cosa, por lo que si llega a cerrar la mina, no cree poder emplearse en otra cosa, ni siquiera en maquiladoras, por su edad y la falta de conocimientos.
Ningún empleo de otro tipo le dará el sueldo con el que ahora mantiene a su familia, formada por dos hijas mujeres y un jovencito que estudia preparatoria. Porque, cuando mucho, una maquiladora paga mil pesos semanales.
âMientras aquí andamos, hasta que aguante aquel hombre, el dueí±o. Pero las cosas ya están medias difíciles, por este detalle que no se ha podido vender. Vamos a ver qué tanto duramos, cuánto aguantamosâ, comparte Benjamín.
Sabe que si no hay ventas, pronto se le terminará el capital al dueí±o del pocito y lo lógico es que vaya a tener que parar y dejar de pagar sueldos, mientras vuelve a haber contratos. Sabe que eso ya pasó en otras minas y que esa puede ser la siguiente.
La opción: Migrar
En Barroterán vive Juan Pablo Pérez, tiene dos hijas, una de 15 y otra de 16 aí±os, trabaja en minas de carbón desde hace casi 10, y ahora, está acudiendo a su centro de trabajo sin hacer casi nada. Así lleva más de un mes, ganando mil 200 pesos semanales, sin que el patrón venda un solo tráiler de carbón.
A principio pensó que las cosas se arreglarían pronto. Que llegando diciembre comenzarían a comprar carbón. Pero eso no ha sucedido y si no hay ventas, como en otros lados, comenzarán los despidos.
Sabe de gente que ya fue despedida y la está pasando mal, porque el carbón es la principal fuente de trabajo de esos pueblos. Teme a la sombra del desempleo, a no tener dinero para mantener a sus hijas o darles ayuda a sus padres ancianos.
âA lo mejor de repente el patrón nos para, es el miedoâ, comparte Juan Pablo, para quien la única solución a quedarse sin trabajo es migrar a otro municipio, incluso a otro estado, como lo han hecho otros cuando cierran minas.