
El joven Miguel íngel, quien aspiraba a estudiar en la Escuela Superior de Música, fue asesinado al intentar defenderse durante un asalto.
Por: Yadira Leos
Saltillo, Coah.- Myrna Arauz no para de llorar la muerte de su hijo Miguel íngel Rocha. âMe molesta que mi hijo esté muerto por un asalto, por un celular y un maletín donde cargaba el poco dinero que ganabaâ, dice desconsolada, mientras Patricia, tía del joven de 19 aí±os que murió tras resistirse a un asalto, lamenta: ânos hemos acostumbrado tanto a la violencia. Reconozco que (Miguel) tuvo el valor de defender sus cosas⦠de decir no te lo doy, pero al final eso le costó la vidaâ. (Brenda Santos).
QUERíA ESTUDIAR MIGUEL íNGEL MíSICA; INDIGNA ASESINATO Fue su padre quien le enseí±ó a tocar el piano y lo hacía a la perfección, buscando seguir lo que su corazón le dictaba. Miguel íngel Rocha Arauz decidió que estudiaría en la Escuela Superior de Música. Acababa de terminar su preparatoria para continuar su formación profesional, pero el jueves truncaron su sueí±o: fue asesinado.
La muerte del joven, de 19 aí±os, retumbó en las casas de adobe del Centro de la ciudad. Sólo bastaron unos minutos para que las calles Salazar, Luis Gutiérrez y Obregón presenciaran la tragedia.
Aún había tiempo, dijeron los vecinos que con gran impotencia reclamaron a la ambulancia que nunca llegó a dar atención; al Alcalde de Saltillo por no brindar la seguridad necesaria y a los padres por descuidar la educación de sus hijos, quienes son los que terminan en los brazos de la delincuencia.
âSi hubiera llegado la ambulancia tal vez estuviera vivoâ, dijo la anciana de la esquina que atiende la tienda, pero ella sabe que el hubiera no existe: la realidad es la muerte del joven y una familia destrozada.
Por este hecho reclaman justicia, exigen a los culpables dentro de la cárcel. Están ya en el hartazgo y afirman que el asesinato de Miguel íngel es la gota que derramó el vaso, que son constantes los robos en el sector.
https://www.facebook.com/PeriodicoZocalo/videos/10150800686759956/
ZONA POCO VIGILADA âYa no estamos seguros a ninguna hora del día. Hay robos a plena luz, y por la noche como no funcionan las farolas, aprovechan la oscuridad. No hay rondines de patrullas. ¡Tanto que dice el Alcalde y no es verdad!â, dijo un vecino de la calle Salazar.
Un hogar está de luto. Los padres inconsolables; familiares, vecinos y amigos tratan de entender la tragedia y caminan de un lado para otro por las calles donde sucedió.
Miguel íngel subía por la calle de Salazar, acompaí±ado de un amigo para comprar hamburguesas para cenar. Antes de llegar a la calle Luis Gutiérrez los asaltaron y al defenderse, los amantes de lo ajeno lo hirieron.
Asustados, corrieron hacia el sur y dieron vuelta en Luis Gutiérrez hasta llegar a la esquina de Obregón; afuera del gimnasio ubicado en esta esquina, el joven desfalleció a consecuencia de la herida provocada.
Al darse cuenta los vecinos de lo que sucedía, inmediatamente llamaron a la ambulancia y a las patrullas. La ambulancia nunca llegó. No se le dio atención a Miguel íngel y en esa esquina dejó de respirar.
âYo no me había dado cuenta, pero escuché unos gritos muy feos y me asomé. Era el seí±or que gritaba que le habían matado a su hijoâ, relató un vecino, quien dijo tener más de 50 aí±os viviendo en la cuadra de Luis Gutiérrez.
Los vecinos reclaman justicia por la muerte de Miguel íngel. Aseguran que en vida era un joven carismático y muy amable, que no se metía con nadie y que esperaba las inscripciones en la Escuela Superior de Música para ingresar.
âTocaba el piano muy bonito y le gustaba mucho la música. íl no era de problemasâ, aseguraron los familiares, quienes esperan pronta justicia, dando con el paradero del asesino.
La maí±ana de este viernes, los habitantes de la zona aún estaban desconcertados. Entre ellos platicaban sobre lo sucedido y lo indefensos que están debido a la falta de capacidad del Alcalde Isidro López para brindarles seguridad.
La gente pasaba y elevaba una oración al cielo por el joven, que por evitar ser asaltado perdió la vida. Dos veladoras, cal y unos charcos de sangre seca es lo que queda en el cruce de Luis Gutiérrez y Obregón.