"Pensé que se demoraría un poco, pero no demasiado"
Por: Agencias
Tailandia.-Â Ekkapol Chantawong, entrenador del equipo infantil que quedó atrapado hasta 17 días en una cueva al norte del país, reveló cómo fue que decidieron entrar al complejo y relató las primeras horas en el lugar, cuando se dieron cuenta que no podían salir.
"Algunos sugirieron ir a la cueva y les dije 'sí, claro'. Luego comenzamos a planearlo", contó el joven de 26 aí±os, único adulto del grupo. Era el sábado 23 de junio y el equipo había terminado un entrenamiento. "Jugamos partidos en el camino al lugar, comenté eso en Facebook. Luego de eso, cuando terminamos el partido, fuimos a la cueva. Teníamos curiosidad, muchos no habían estado allí", explicó 'Eka', admitiendo que cedió al pedido de los nií±os.
El entrenador seí±aló que ya había estado en el lugar, incluso con nií±os del plantel. "La última vez que fui, con tres chicos, eran características similares. Les dije que si estaba con ese nivel de inundación, teníamos una hora para entrar y salir", indicó, mostrando que tenía conocimiento de la zona.
Según recordó, en ese momento uno de los menores aclaró que tenía que estar de regreso a casa a las 5 de la tarde para la celebración de su cumpleaí±os.
"Estábamos muy adentro y creció la inundación. Teníamos que nadar para continuar y les pregunté si estaban de acuerdo. La mayoría de ellos sabe nadar, pero algunos no tanto. Muchas veces vamos a nadar luego de jugar fútbol", prosiguió el entrenador.
"No sabíamos si el agua había crecido o no. Algunos nadaron y dijeron que estaba bien, y los seguimos. Después revisé si había otra área a la que podíamos ir, pero siempre se necesitaba nadar. Les dije que era mejor volver y regresar otro día. Vamos a casa", exclamó Chantawong.
Sin embargo, la situación se complicó cuando estaban nadando de regreso a la entrada. Uno de los chicos gritó que había mucha agua. Otro preguntó si estaban perdidos. "Eso no era posible, solo había un camino. Fui a revisar. Tomé una cuerda y les dije que si la tiraba dos veces, era el camino correcto y debían seguirme". Pero no hubo forma de llegar hasta la salida.
Uno de los moderadores de la conferencia preguntó a los nií±os qué sentían en ese momento. Respondieron así:
-"Estaba asustado porque mi mamá se enojaría por no llegar a tiempo a casa"
-"Pensé que se demoraría un poco, pero no demasiado, aunque estaba oscureciendoâ¦"
-"Traté de mantenerme calmado y buscar soluciones"
-"Pensé: ¿Es muy lejos para gritar y pedir ayuda?"
El entrenador continuó su relato: "Allí fue que nos dimos cuenta que había que pasar la noche en la cueva". El nivel del agua seguía creciendo y se dedicaron a buscar un lugar adecuado.
Según explicó, en ese momento el hambre no era un problema, porque habían comido después de jugar.
"Entró más agua en la zona, por lo que buscamos un lugar más elevado. Les pedí que recen. No teníamos miedo en ese momento, pensamos que al día siguiente bajaría el agua y alguien trataría de encontrarnos", indicó.
En ese momento, el joven, que pasó aí±os en un templo budista, se concentró en tranquilizar al grupo. "Traté de apoyar a los nií±os, pensar en soluciones y buscar agua limpia. Bebíamos de lo que caía entre las piedras, pero no teníamos comida".
El grupo coincidió en que la primera noche no fue difícil, pero las siguientes fueron complicadas. Pasaron nueve jornadas hasta que fueron ubicados y contactados por los rescatistas. "Fue un milagro", concluyó uno de los pequeí±os futbolistas.
La aparición de los buzos
"Fue como un milagro. La primera pizca de esperanza", dijo Adul Sam-On, de 14 aí±os, sobre el momento en que dos buzos británicos los encontraron a varios kilómetros en el interior de la gruta.
"Cuando vimos al buceador, nos sorprendimos, porque no era tailandés", apuntó Adul. Algunos no sabían hablar inglés, y hubo cierta incertidumbre en medio de la alegría.
"Pasó en la tarde. Escuchamos a gente hablando. No sabíamos si era una alucinación. Nos callamos y nos dimos cuenta que era real", apuntó otro de los jóvenes sobre el momento más esperado.
