
Le han vetado la entrada a varios países por ser sirio.
Por: Agencias
Kuala Lumpur.- Como si fuera el personaje que Tom Hanks interpretó en el filme 'La Terminal', Kontar, un sirio de 36 aí±os, duerme en el suelo y sobrevive con la comida que le dan las aerolíneas en la terminal dos del aeropuerto malasio, donde tiene acceso a baí±os y a quioscos de telefonía móvil.
Hassan al Kontar ve como cada día miles de pasajeros desfilan delante suyo y desaparecen más allá del control de inmigración del aeropuerto de Kuala Lumpur, donde desde hace más de tres meses vive sin poder salir de la zona de llegadas.
Kontar dice que teme ser detenido si regresa a su país por haber rechazado prestar el servicio militar.
El conflicto provocó el fin de su próspera vida en Emiratos írabes Unidos, donde llevaba cinco aí±os haciendo carrera en empresas de seguros. Según Kontar, la embajada siria denegó la renovación de su pasaporte en 2012, lo que le hizo perder el permiso de trabajo en Emiratos y le llevó a la clandestinidad.
Intentó viajar a Camboya, otro de los pocos países en los que los sirios pueden entrar sin visado. "Me dijeron que no reunía los requisitos y me enviaron de vuelta a Malasia, y desde entonces estoy atrapado aquí", explica el sirio que asegura que también le han vetado la entrada a Malasia.
Remember Viktor Navorski from the movie "The Terminal?" Meet his Syrian version: Hassan Al Kontar is a 36 year old Syrian man stuck in the transit zone at the Kuala Lumpur International Airport after both his visa and passport have expired. pic.twitter.com/JlQ2t87t6W
â dwnews (@dwnews) 11 de abril de 2018
PART 1
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Desde que vive en el aeropuerto Kontar dice que ha estado enfermo varias veces, lo que atribuye al estrés, la falta de luz y aire fresco, y ha establecido una rutina que incluye una ducha antes de ir a dormir y esperar al café que personal del aeropuerto le da a las 7.30 de la maí±ana.
El resto del día lo pasa hablando con los voluntarios canadienses y la prensa, conversando con su familia en Swedia a través de Whatsapp, escribiendo en Twitter y leyendo libros electrónicos en árabe. Este ciudadano sirio tiene que pagar al personal del aeropuerto para que lleven su ropa a la lavandería y una aerolínea le da comida, la misma, tres veces al día, aunque su principal queja son los constantes mensajes por megafonía de los que se siente "prisionero".
"Piensas en cosas que nunca habría pensado que pensaría. Redescubres tus límites", relata Kontar. "Soy un ser humano de este planeta les guste o no. Exijo un mínimo derecho a vivir, viajar libremente, estar seguro, tener una familia. Esto es todo. Solo quiero vivir una vida normal. Pero cada vez es más difícil", concluye.