
Mucho tienen que explicar Jorge Torres López, David Aguillón Rosales y Jesús Torres Charles sobre la masacre de 300 personas frente a sus propias narices sin que hicieran absolutamente nada por prevenirlo, combatirlo, evitarlo o castigarlo.
Ahora que se puso de moda echar culpas por la masacre de Allende y Piedras Negras convendría revisar quienes ocupaban los puestos clave del gobierno y la seguridad en Coahuila en los momentos en los que ocurrieron los sangrientos hechos en 2011 y qué papel jugaron.
Por principio de cuentas el gobernador era Jorge Torres López hoy por hoy uno de los fugitivos más buscados por la DEA en Estados Unidos acusado de lavado de dinero público robado, entre otros delitos.
Al prófugo Torres López lo sorprendió el secuestro y ejecución de cientos de coahuilenses entre jaibol y jaibol en una boda en Piedras Negras. Cientos de invitados al evento social fueron testigos de que no hizo el mínimo esfuerzo por intervenir.
El secretario de Gobierno era mi más ni menos que David Aguillón Rosales, premiado en este sexenio con la dirigencia estatal del PRI, la Presidencia de la Fundación Colosio y para rematar, la coordinación de facto de la campaí±a a gobernador de su compadre Miguel Riquelme Solís.
Quienes recurrieron a él cuando la matanza simplemente no obtuvieron respuesta alguna. En la Procuraduría de Justicia fingía âperdónâ fungía Jesús Torres Charles cuyo nombre por cierto salió a relucir en el juicio contra Marciano Millán Vázquez en San Antonio en ese vergonzoso capítulo de los millonarios sobornos en dólares de los Zetas a funcionarios de Coahuila.
Torres Charles hizo lo que mejor sabe hacer: fingir demencia. Mucho tienen que explicar estos tres saltillenses sobre la masacre de 300 personas frente a sus propias narices sin que hicieran absolutamente nada por prevenirlo, combatirlo, evitarlo o castigarlo.
[caption id="attachment_14032" align="alignnone" width="300"]

